Color en odontología
La percepción del color según Baltzer et al (2007) es una respuesta fisiológica a un estímulo físico, mientras que para Ovalle Reyes (2012) es una “sensación psicofísica, que resulta cuando el sistema visual humano responde a la luz reflejada desde un objeto en escena”. La percepción del color depende de factores como el observador, la fuente de luz bajo la cual se observa el objeto y la composición y estructura del objeto observado. Cada persona puede percibir el color en una forma distinta y basada en experiencias anteriores. Además de la fatiga visual, la edad y el sexo.
Otro factor que interviene en la percepción del color es la Fuente luminosa o tipo de luz (definida por la temperatura cromática en º Kelvin) bajo el que se observa el objeto. El ambiente que nos rodea, el ángulo de observación y otros factores, que pueden influir en la percepción del color. El ojo humano discrimina en los objetos opacos, los colores según su tonalidad, luminosidad y cromatismo, las tres dimensiones de la clasificación del color según el sistema Munssel.
El Matiz es la sensación por la cual observamos la longitud de onda de la luz reflejada de los objetos, que normalmente llamamos color. El Valor es una medida de la luminosidad de un objeto y se cuantifica en una escala en donde el negro y el blanco permite distinguir los colores entre claros y oscuros. El croma o intensidad cromática tiene que ver con el grado de saturación, la intensidad del matiz o la cantidad de pigmentos que este posee.
Según algunos estudiosos de la materia en los dientes, debe añadirse un cuarto parámetro, la translucidez. Kina y Bruguera (2008) la define como “Situación intermedia entre opaco que bloquea totalmente el paso de la luz y transparente que permite el total paso de la luz”.
El diente natural es un mosaico de color –en el rango de los blancos amarillentos– resultado de los efectos combinados del esmalte y la dentina. La dentina, responsable del tono y croma dentarios, reduce el valor o luminosidad del esmalte. Así, en el tercio cervical del diente (esmalte muy delgado y dentina muy saturada) la dentina domina la percepción cromática del diente. En el tercio medio, el esmalte es más grueso por lo que aumenta la luminosidad y disminuye la cromaticidad. Y en el tercio incisal sólo está presente el esmalte, lo que hace que el diente a ese nivel sea translúcido, prácticamente acromático y opalescente.
Para Jolner (2006), el diente está constituido por el esmalte, la dentina, el cemento y la pulpa, que presentan propiedades ópticas distintas. La pulpa dental es mayor en los dientes jóvenes, lo que tiene influencia en el color, ya que da lugar a una tonalidad rosada, a menudo más visible en las superficies linguales. El estrechamiento progresivo que se produce en la pulpa dental con los años hace que su influencia sobre el cromatismo dentario disminuya con la edad.
Baltzer et al (2007) expresa que el esmalte posee un alto contenido mineral que, junto a la naturaleza y la disposición de sus prismas, hace que sea duro, brillante, translúcido, prácticamente acromático y radio-denso. La apariencia óptica depende de su composición, estructura, grosor y textura superficial, que varía con la edad. En un diente joven, el esmalte tiene menos contenido mineral y es más grueso, dando poca translucidez y alta luminosidad; en el diente adulto, más rico en minerales y más delgado por el desgaste fisiológico natural, se aprecia un esmalte más translúcido, casi transparente, que permite que a través de él se haga patente el color de la dentina.
La dentina, es el tejido responsable del matiz y cromatismo. Su estructura microanatómica, su alto contenido en materia orgánica y su arquitectura tubular combinada con su anatomía macroscópica dan lugar a áreas de opacidad densa y de saturación de color elevadas. Con la edad, la dentina primaria evoluciona y se forman otros tipos de dentina, con estructuras y propiedades ópticas diferentes que influyen en la cromacidad dentaria.